lunes, 5 de septiembre de 2011

Los privilegios de la virginidad


Por Marcela Varela

Desde hace muchos años la sociedad argentina transita el camino de la “tinellización de la vida cotidiana” en donde la tragedia se convierte en el show principal del circo para todos; en donde “casi todos” tenemos un palco a disposición.
Hoy asistimos una vez más, a un espectáculo morboso e irreverente que destaca en sus noticias que la autopsia realizada al cuerpo de Candela Rodríguez arrojó que no era virgen. 
El viejo truco de hacer de las víctimas mujeres, los victimarios: Oriel Briant, Cecilia Giubileo, Alicia Muñiz, María Soledad, Sandra Gamboa, Sandra Cabrera y tantas otras.

Sin embargo, ese esquema de víctima-victimario también se observa en otros casos en donde las víctimas son hombres. 
                      
Con esto, cual herida abierta que no deja de sangrar, se pone en el tapete la situación de desprotección de las mujeres sin importar sus edades.

Una lectura de lo publicado por ciertos medios, sin respetar incluso que se trataba de una menor de edad,  deja ver a las claras como desde el discurso se sigue socavando la condición de la mujer,  quien siempre resulta ser culpable.

¿Qué razón había para hacer pública la no virginidad de una nena? Razón ninguna. Puro morbo.

¿Acaso sea un atenuante de la pena de los asesinos? Desde el punto de vista legal eso es imposible.

Pero, ¿qué ocurre con lo que se instala en el imaginario social?

No tomamos conciencia que somos una construcción del lenguaje; nos movemos en una red discursiva que resulta ser la trampa que justifica los males que nos aquejan de la que es muy difícil librarnos.

Los privilegios de la virginidad son un claro ejemplo: hasta hoy, si una mujer virgen es violada y ultrajada recibe un trato “distinto” al momento de denunciar el hecho que una mujer que ya no lo es.

Si una trabajadora sexual es violada y asesinada; no importa , “después de todo es una prostituta”.

Empleo el término “distinto” y no la  palabra “preferencial”, porque en ambos casos, jamás son consideradas “víctimas” más que en el uso de la palabra como una denominación administrativa.

Sin embargo, por qué la virginidad a lo largo de la historia es un mito que sólo cobra valor en el sexo femenino.

Se nos hizo carne el discurso de los males del sexo, al punto de pretender justificar crímenes aberrantes por el sólo hecho de la no virginidad de la víctima.

Desde el origen del mundo la culpa nos hizo frutos del mal y causa de la caída en la tentación.
Esa es sólo una versión de la historia…

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